lunes, 9 de marzo de 2009

Mi última semana de perdición veraniega

Este mes no solo nos recuerda que es mi cumpleaños (fecha muy importante), sino también nos alarga las caras un rato cuando decimos: "pucha ya comienzan las clases". Desgraciadamente, sí pues, ya no podremos ser unas marmotas totales, tendremos que ser ahora seres productivos al leer quien sabe cuantos soles a la semana. Se acabaron los lunes, martes, miercoles y domingos chupísticos (porque los otros días sí son legales), ya no podremos dormir hasta las 11, 12 o para los más avezados, hasta las 2 de la tarde; la playa queda en nuestro recuerdo, incluyendo las anécdotas de ahogos, soltadas de bikini, tampones, entre otras. Pero una de las cosas que más extrañaré es el sentir que no tengo que hacer ni mierda, aunque en algunos momentos haya sido un arma de doble filo.

Dejando los puntos negativos de lado, pensemos que la universidad nos beneficia también en muchos sentidos:

1. Nos hace conocer gente:
No es por nada que escojamos nuestro "atuendo" meticulosamente para el primer día de clases y nos levantemos super temprano para no parecer recién levantadas de la cama, todas legañosas y despeinadas, eso no es HOT y tampoco SE LLEVA. Quien sabe, uno puede conocer al amor de su vida un primer día de clases.

2. Nos mantiene ocupadas:
Una de las cosas que más odie y que más me gustó al mismo tiempo es no tener que hacer nada, como dije es un arma de doble filo. Pero estar ocupada te libra del aburrimiento y del sentimiento "marmotezco", osea en el que te sientes como una marmota recién salida del océano, porque no levantas ni un dedo pues, y es que las marmotas ni dedos tienen, tendré que decir "aleta" entonces.

3. Ves más tiempo a tus amigos:
Porque si no se habían dado cuenta, estás en el mismo lugar que ellos los 5 días de semana. Que no quedes en encontrarlos es otra cosa, eso ya es ingratitud. El problema es que la gente es muy ingrata cuando entra a clases.

4. Valoras más las salidas:
He tenido muy buenas este verano, incluyendo el sargenteo con el rap de las sandalias. Pero estando en la universidad tienes pocas oportunidades de salir. De ser pendejete puedes hacerlo viernes y sábado, máximo un jueves (pendejete con muchos contactos y un buen físico). Como no formamos parte de ese grupo de pendejetes salimos una vez por semana la mayoría de las veces, y como es una vez a las quinientas, pues la planeamos bien y le tratamos de sacar el jugo. No estoy segura de este punto pero que más da, me llena la lista.

5. Aprendes algo productivo:
Por último pero no lo menos importante, aprendes pues. Imagínate todo lo que te llegan a meter en el cerebro durante 5 meses en los que lees como nerd y escribes como un tipeador barato de Wilson, que duro es aprender!

Vieron? Y ustedes creían que era una cagada regresar a la universidad. Al menos nos queda una semana de desenfreno y locura, y eso que está repotenciada porque se viene mi cumpleaños. El plan es el siguiente: Como mi madre le tiene pavor a los campamentos y sería algo pendejo organizarlo tan rápido, propongo que vayamos a San Bartolo de miércoles a viernes como última vez en el verano, no lagrimeen por favor. Cocinaremos, nadaremos horas de horas en la playa mientras Salame se broncea como una cuarentona, veremos a Cabanossi meserse y meserse hasta que se convierta en Al Pacino, tal vez regresemos a alguna casa embrujada (no me odien pero me gustan los fantasmas) y quien sabe que más. El sábado lo celebramos en algún lugar barranquino donde encontremos a gente que se haya zurrado en mi lista de cosas positivas del regreso a clases y piense que se le acaba la vida cuando solo se acaban las vacas. Pensé en ir a la casa de Sebas después de eso, pero derrepente estamos muy muertos... así que dejaremos que el negro duerma (igual que nosotros).

Con esos planes se acaban nuestras preciadas vacaciones, será hasta el próximo año! (como pasa la vida)

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